miércoles, 11 de diciembre de 2013

Artículo: Hablemos con Propiedad


Hace pocos meses, en el I congreso universitario de protocolo y comunicación, organizado por la Universidad Camilo José Cela de Madrid, se trataron diversos puntos de vista de la actualidad en torno a la visión de la comunicación y el protocolo como un arma común y base sustancial de lo que hoy promovemos o entendemos por organización de actos o eventos.

En una didáctica y fructífera mesa redonda, se debatió sobre el uso adecuado de ciertas terminologías utilizadas por los medios de comunicación y que, para nada, se adecuan a la realidad de aquellos que defendemos y trabajamos por un concepto del protocolo moderno y cercano a la sociedad.

Frases como “romper o saltarse el protocolo”, “ausencia de protocolo”, “gastos de protocolo”, son algunos de los ejemplos por los que debemos pasar diariamente los que nos debemos a esta profesión y que no hacen más que dañar nuestra imagen, tanto a nivel profesional como a nivel social.

En cualquier institución pública o privada que se precie, la cual disponga dentro de su organización, de un reglamento o código donde se recojan las diferentes formas de actuación de sus dirigentes y empleados, dentro y fuera de esa empresa, así como sus reconocimientos, distinciones, regalos corporativos, etc., también ocurre algo similar.

Es muy frecuente la utilización de una terminología o lenguaje totalmente inadecuado a la situación que corresponde. Siempre debemos hablar con propiedad, -es una máxima de la educación que se presupone a cualquier persona-, pero más aún, dependiendo del lugar donde nos encontremos. No es lo mismo utilizar un lenguaje familiar o incluso “descuidado” cuando nos encontramos con nuestras intimas amistades en una cena de aniversario, que cuando tenemos que pronunciar un discurso o dirigirnos a un número determinado o indeterminado de personas. Lo que viene a ser lo mismo: siempre hay que usar las palabras adecuadas al contexto en el que nos encontramos.

Entonces, si una institución recoge dentro de su reglamento, -llamémosle de protocolo, de honores, de distinciones, etc.-, una serie de conceptos o sustantivos propios de esa área de actuación, es lógico que este lenguaje sea el utilizado cuando se habla o se aplican algunos de sus preceptos, tanto a nivel social en un evento público o privado, como en los medios de comunicación al publicar una noticia relacionada con ello.

Poniendo un ejemplo del ámbito oficial, estos reglamentos suelen recoger distinciones como nombramientos honoríficos, concesiones de medallas, reconocimientos públicos, entrega de regalos o detalles institucionales,... Si se concede un galardón como Hijo Predilecto a un vecino de un municipio, hablamos de eso, de hijo predilecto; si se entrega una Medalla de Oro, Plata o Bronce, se habla de medalla y si se hace un regalo o un detalle, se habla de eso, de regalos o presentes.

En la fotografía: D. Vicente Sáenz de Miera, ex-Presidente de Central Lechera Asturiana, recoge la medalla otorgada por el Ayuntamiento de Siero.



Si los medios de comunicación son los transmisores de la información, esa información, además de ser veraz, tiene que adecuarse a un lenguaje, por un lado periodístico y por otro, ajustado, como hemos citado, al contexto en el que se da o se produce la noticia.

Hace pocas fechas, el 12 de octubre, con motivo de la Fiesta de la Virgen del Pilar, patrona del Cuerpo de la Guardia Civil, en muchos lugares de España se concedieron o entregaron premios o condecoraciones a muchos agentes o guardias por distintos motivos, por algún acto de servicio, antigüedad en el puesto, o cualquier otro.

En alguno de estos actos se impusieron medallas, condecoraciones o insignias, sin embargo, en los medios de comunicación, no se ha expresado con propiedad el motivo y el objeto de esta concesión.

En la fotografía: el alcalde de Siero coloca la insignia del Ayuntamiento a un guardia civil.

Es cierto que, en el ámbito social, tiene más relevancia la entrega de una medalla (como todos más o menos entendemos), que una insignia. Tiene mayor calado y reconocimiento publicar que se entrega una medalla, aunque no sea así, que una simple insignia. Aun así, si se entrega una insignia, que a los efectos, puede incluso que sea económicamente más costosa que una medalla institucional, los medios de comunicación deberían expresar correctamente lo que se ha concedido y no aunar en un mismo concepto distintos atributos o galardones.


Por seguir con el ejemplo. Con buen criterio, el Ayuntamiento del municipio de Siero, en el Principado de Asturias, en ocasiones, como se recoge en su Reglamento de Protocolo y de Honores y Distinciones, impone la insignia de oro o de plata. Esta insignia se corresponde (en forma de pin) con la imagen del escudo municipal en uno de estos materiales. Además de ser un regalo corporativo, también lo ostentan y se concede, a todos los munícipes en el día de su toma de posesión como concejales de esta corporación, la de plata a todos los ediles y la de oro, al que es elegido como Alcalde.


En la fotografía: la Medalla del Alcalde del Ayuntamiento de Siero

Pues bien, en los distintos medios escritos, se publicó la noticia de que el Ayuntamiento de Siero, a través de su alcalde, concedió la medalla de plata a un guardia civil. La medalla de plata de la que hablamos, consiste en un disco de oro, plata o bronce, según la categoría, con unas dimensiones determinadas y donde se refleja el escudo de Siero y la inscripción “Medalla de...”,en su anverso y el nombre de la persona distinguida y la fecha de otorgamiento, en su reverso. También se indica que el portador la llevará colgada al cuello con una cinta del color de la bandera del concejo.

Por su parte, la insignia de solapa, consiste en una reproducción del escudo de Siero, en el material que corresponda de oro o de plata, la cual tiene las medidas y dimensiones, más o menos generales, de lo que todos conocemos por un pin.

Así pues, si los medios de comunicación informan sobre esto, socialmente se entiende lo primero, que se entrega una medalla, lo cual es incierto, no se ha concedido ninguna medalla, sino que se ha impuesto una insignia de solapa.


En la fotografía: medallón regalado por el Ayuntamiento de Blagñac (Toulouse - Francia)
al Ayuntamiento de Siero en una visita oficial.

Vivimos en la sociedad de la información. Cada día millones de personas, lo primero que hacen al comenzar el día es comprar un periódico, pegarse al teléfono móvil, al ordenador, buscan información en multitud de canales sobre multitud de actividades, ya sean profesionales o ya sean personales.

Entonces, si esto es una realidad, utilicemos la información como tal y potenciémosla, no la usemos al antojo del espectador, seamos coherentes con lo que cada uno somos y lo que pretendemos.

Es raro el día en el que, en algún medio de comunicación, no salga la palabra protocolo. Ya sea por el incorrecto uso que hacen de él los políticos, ya sea por el difuso mensaje que transmiten los medios de comunicación y, en consecuencia, la errónea percepción que de ello repercute en la sociedad.

Por ello, es nuestra obligación, junto con los medios de comunicación, el no confundir a la sociedad y, de una vez por todas, hagamos ver que comunicación y protocolo son dos ramas del mismo árbol. Debemos conseguir que la sociedad deje de considerar el protocolo como algo propio y exclusivo de la realeza, del poder político, de la etiqueta, del saber estar, del glamour, de los realities de televisión y un sinfín de conceptos que se alejan años luz de nuestra verdadera realidad.


Es la obligación de ese árbol que cada día tiene más ramas y más hojas, no dejemos que se marchiten sus flores y que, cada pétalo, sea la voz de la defensa y el respeto por los profesionales del protocolo, la organización de eventos y la comunicación.




Ignacio Arango
Coordinador de QOE Asturias







* Este artículo ha sido publicado en la Revista Protocolo Nº68

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